Sunday, March 29, 2009

Nuestra historia.Sin título

Remontándonos al principio de la historia, todo había dado comienzo, haciendo uso de las coordenadas del Tiempo y del Espacio, una noche de martes. Algún día del mes de septiembre en la ciudad de los cielos imposibles. (...)

Afortunadamente, una vez instalada en la ciudad de los cielos imposibles, su vida comenzaba a aproximarse más a la tragicomedia, que a la tragedia griega en la que se había visto inmersa con anterioridad. Especialmente, cuando residía en la ciudad del frío.
A veces le decía a su amiga:
-“ Brezo- decía ella, mientras suspiraba nostálgicamente- Me gustaría tanto encontrar a alguien y que me raptara. Que me sacara de esta ciudad, de este país en el que a veces me siento atrapada. Que me liberara de esta gris parcela de la realidad que he de vivir día a día.”-y volvía a suspirar mientras sonreía.
Sus ojos entonces adquirían un brillo. Un brillo especial cuya causa eran las lágrimas que siempre estaban ahí, esperándola, concediéndola como mucho unos pocos meses de tregua. Ahí estaban ellas, sus fieles y sempiternas compañeras, causantes entre otras cosas…del brillo especial de sus ojos. (...)

Los meses y los años se sucedieron en la ciudad de los cielos imposibles. La vida de ella y de él discurrieron por caminos paralelos, aunque ellos no lo supieron en ese momento. (...)

Ella continuó con su búsqueda errada de si misma en el exterior. El ,comenzó la suya propia.
Ella cambió de trabajo varias veces, de color de pelo. Pero al final allí estaba siempre su tristeza, sus lágrimas que aunque cada vez sentía que controlaba mejor, no la terminaban de abandonar.
Dos años después, una soleada tarde de primavera tardía, ella se encontraba ordenando s su habitación. Estaba triste ya que el Iluminador final y sabiamente había decidido dar por terminada su relación. Ella pensaba que al cambiar los muebles de sitio o introducir alguna novedad en el mobiliario de su habitación, adelantaría la cicatrización de su sangrante corazón.En esas estaba, moviendo y arrastrando muebles, (....)

Pasó el verano. Llegó el otoño, estación que hacía tremendamente bella a la ciudad de los cielos imposibles. Los cielos adquirían unas tonalidades ocres que se fundían con las hojas que caían de los árboles.
Ella persistía sin resultados visibles todavía con la búsqueda de si misma. Cierto era que cada día se sentía mejor. Pero seguía teniendo la sensación de que al intentar a veces avanzar demasiado rápido, recibía una patada, y alguien o algo la enviaba de nuevo al principio del camino.