Thursday, January 01, 2009

Interludio

Cuando las cinco marcaron en el reloj de su ordenador, cerró a toda prisa y se dirigió al lugar de la cita. Se sentó en un banco y esperó ser capaz de reconocerla. Habían pasado más de diez meses desde la última vez, y siempre que pasaba un tiempo sin ver a alguien, alberga el pequeño temor durante unos instantes de no ser capaz de reconocer a dicha persona.
Se levantó un par de veces. Creyó confundirla con otro chica que estaba sentado enfrente suyo. La miró unas cuantas veces, pero la chica permanecía impasible. Con lo cual llegó a la conclusión de que no era Ella. Se sentó de nuevo y sacó su libro. Intentó leer mientras Ella llegaba. No habían pasado apenas cinco minutos cuando alguien le tocó suavemente en el hombro. El miró hacia arriba. Era Ella.

Los huecos

A estas alturas presiento que es un buen momento para hablar de la teoría de los huecos. Que no es suya propia, ha de reconocer. Tiempo después uniendo los conceptos de los huecos y esa eterna sensación de sentirse incompleta, descubrió que la única posible solución para poner fin a tanto hueco, empezaba por su propia reconstrucción. Para ello necesaria e inconscientemente sentía que tenía que llegar a conocer su arquitectura personal más íntima, la más oscura, descender y conocer de primera mano a todos sus demonios personales, para saber que ese no era su sitio.